Hola de nuevo,
Ya sé que ha vuelto a pasar mucho tiempo desde mi última entrada, pero hay veces que la vida es como una bola que te atosiga y bastante haces con mantenerte en marcha para que no te pase por encima.
Como estaba disfrutando mucho este año - y soy un poco masoquista - he puesto una marcha más y antes de haber terminado el curso, me he matriculado en un Máster Universitario en Educación Superior; voy algo asfixiado pero estoy encantado con el máster y el temario. Siendo sincero con vosotros - los pocos que aún me aguantáis - os diré que si hubiese una casilla en el campus virtual de mi universidad que pusiese "marca aquí si se conforma con aprobar lo que le queda", la señalaría sin pensármelo dos veces; y eso que mi nivel de notas sigue siendo excelente.
Al grano grano; he tenido que hacer una entrada en un foro del máster y me gustaría reproducirla aquí; alguno me podrá acusar de vago por copiarme a mi mismo, y tendrán razón, pero es que ya he demostrado suficientemente mi analfabetismo digital y que el hombre es el único animal que tropieza 2 ó 3 veces en la misma piedra; he conseguido tener que escribir la misma entrada tres veces - y no veáis lo contento que estaba con la primera versión - en lugar de escribirla en un procesador y luego copiarla en el campus virtual. Ya he aprendido. De hecho esta versión que os pongo no la he conseguido poner en el campus virtual de mi máster, pero es la que más me gusta
Aquí os dejo la entrada estilo "las primeras mías del blog", es decir, "resumiditas" (el modo irónico estaba en ON):
Hola Compañeros,
Como preveía, el nivel de vuestras entradas es muy alto y no es fácil que yo pueda aportar nada valioso en el tema de la enseñanza pura y dura, así que cambio de tercio.
Lo bueno es que a pesar de mi inexperiencia, sí que tengo alguna pequeña ventaja competitiva, y es la que voy a explicar. Os pongo en antecedentes; he pasado este último curso como un alumno más de la Politécnica de la UEM en el Grado en Ingeniería Mecánica; he hecho una excelente asignatura de primero (Habilidades de Comunicación en la Ingeniería) , otra de segundo, cuatro de tercer curso y dos de cuarto, lo cual me ha permitido compartir las clases y vivencias universitarias de varios grupos diferentes de alumnos.
La pequeña ventaja de la que hablo es que, debido al montón de años que hace que nací (casi medio siglo) he podido realizar con tranquilidad y razonable imparcialidad, una auditoría informal de la situación de la enseñanza universitaria en una universidad privada, que teóricamente está en mucho mejor situación que la pública (el listón de éstas últimas está bajo); los propios alumnos y los profesores me han obligado literalmente a hacer un reciclaje tecnológico acelerado, y a pesar de eso sigo bastante perdido.
Mi resumen/diagnóstico del estudio es claro y sencillo: hay muchísimo que hacer en la educación y en todos los aspectos.
En la parte tecnológica, motivación teórica de esta entrada, soy un poco pesimista (léase optimista bien informado), ya que considero que por más esfuerzos que hagamos, sólo conseguiremos superar el nivel de "analfabetos digitales" (lo cual ya puede servirnos para cumplir nuestra función) pero nunca acercarnos al nivel de conocimientos técnicos de los "nativos" o "inmigrantes digitales", ya que ellos progresarán siempre más deprisa que nosotros. Tenemos ese partido perdido de antemano.
Dejando de lado el aspecto de la digitalización de nuestro ambiente educativo, me gustaría hacer una enumeración y análisis - quizá un poco reduccionista - de los actores de esta función; a saber, la institución, los profesores, y los clientes ... digo alumnos; lo que no sabría decir es el peso que debería soportar cada actor en este cambio radical que hace tanta falta.
Empezando por los alumnos, hay que decir que es evidente que han cambiado; ahora tiene otras competencias, pero ¿son mejores? Para mi, el cambio principal nos llega ya dado desde las familias y el colegio; los padres hemos tratado en estos últimos tiempos de evitar sobresaltos a nuestros hijos (o a nosotros mismos); no hemos permitido que sufran ningún revés importante, no les hemos hecho luchar por nada de lo que tienen, y para colmo, les permitimos unos comportamientos que lindan con la anarquía y la falta total de respeto. Si esto ya es malo, lo empeoramos trasladando a los colegios la responsabilidad de su educación, eso sí, sin darle atribuciones (¡Quien es usted para regañar a mi hijo! o ¡Mi hijo se merecía una nota mucho mejor!)
¿En que se traduce todo esto? Que en términos generales, los alumnos/clientes llegan a la universidad con poco afán de aprendizaje, salvo que el tema les resulte atractivo y cómodo, nula capacidad de sufrimiento, altas dosis de mala educación y un espíritu reivindicativo digno del sindicalismo más rancio.
La institución - la UEM en mi caso - es un actor fundamental y se ve que está haciendo un esfuerzo importante de adaptación, pero sin tener en cuenta las "actitudes" de estos nuevos clientes que les llegan en la actualidad; los jóvenes de ahora tienen un descomunal potencial, pero son muy avispados y tienden a la ley del mínimo esfuerzo (quizá no conocen otra); como ya cité en mi blog, se da excesiva importancia a las encuestas de satisfacción del alumno/cliente y de valoración sobre los profesores, como si esto fuese El Corte Inglés y el cliente siempre tuviese la razón; los alumnos pueden "chantajear" a los profesores de forma implícita - o incluso explícita - con estas valoraciones.
En la docencia NO pueden primar "abrumadoramente" el marketing y las ventas sobre los valores de conocimiento, educación y respeto.
He dejado para el final a los docentes por aquello de que ya casi me considero integrado en el grupo; casi todos los que he tenido este año eran muy buenos - y pocos buenos o regulares - pero aún así, me han transmitido una sensación de resignación ante las circunstancias; es verdad que la institución a veces no le respalda como debiera, pero no podemos dejarnos vencer por el desánimo.
Una vez oí una cita de Chesterton (reconozco que he usado Internet para citarla sin errores) "La Mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta"
Tenemos delante de nosotros a unos alumnos con unos conocimientos tecnológicos que asustan (ya sean "nativos digitales" o "inmigrantes") y un potencial enorme, pero que llegan huérfanos de referencias, principios claros y criterio para manejarse en este mundo tan cambiante e incierto.
¡Seamos su guía y no dejemos que la mediocridad se instale en la relación con nuestros alumnos, por muy difícil que ésta sea!
Me viene a la cabeza un símil marinero para ilustrar mi idea de cómo debe ser la profesión de docente; hay barcos antiguos como galeones, lanchas rápidas de última tecnología o incluso hidroaviones que son una mezcla de barco y avión, pero todos siguen necesitando un faro que los guíe; es verdad que los faros han cambiado, y de los que usaban lámparas de aceite se ha pasado a los eléctricos o incluso a los radiofaros, pero siempre han mantenido su función de guía; no podemos pretender enseñar a los patrones de esas lanchas rápidas de última tecnología, a usar el sextante para orientarse porque el GPS ya lleva muchos años instalados en sus vidas; por muy bueno y voluntarioso que sea el profesor, nadie le comprará su mercancía.
¡Centrémonos en los principios básicos y los criterios de análisis y no en los conocimientos!
¡Limitémonos a ser ese faro que guíe a los alumnos y que permita recuperar su rumbo a los que lo pierdan y aprender lo que necesiten en cada momento de su vida!
Saludos,
Ya sé que lo he prometido muchas veces, pero volveré a abreviar mis entradas.
Hasta pronto,
Hola Compañeros,
Como preveía, el nivel de vuestras entradas es muy alto y no es fácil que yo pueda aportar nada valioso en el tema de la enseñanza pura y dura, así que cambio de tercio.
Lo bueno es que a pesar de mi inexperiencia, sí que tengo alguna pequeña ventaja competitiva, y es la que voy a explicar. Os pongo en antecedentes; he pasado este último curso como un alumno más de la Politécnica de la UEM en el Grado en Ingeniería Mecánica; he hecho una excelente asignatura de primero (Habilidades de Comunicación en la Ingeniería) , otra de segundo, cuatro de tercer curso y dos de cuarto, lo cual me ha permitido compartir las clases y vivencias universitarias de varios grupos diferentes de alumnos.
La pequeña ventaja de la que hablo es que, debido al montón de años que hace que nací (casi medio siglo) he podido realizar con tranquilidad y razonable imparcialidad, una auditoría informal de la situación de la enseñanza universitaria en una universidad privada, que teóricamente está en mucho mejor situación que la pública (el listón de éstas últimas está bajo); los propios alumnos y los profesores me han obligado literalmente a hacer un reciclaje tecnológico acelerado, y a pesar de eso sigo bastante perdido.
Mi resumen/diagnóstico del estudio es claro y sencillo: hay muchísimo que hacer en la educación y en todos los aspectos.
En la parte tecnológica, motivación teórica de esta entrada, soy un poco pesimista (léase optimista bien informado), ya que considero que por más esfuerzos que hagamos, sólo conseguiremos superar el nivel de "analfabetos digitales" (lo cual ya puede servirnos para cumplir nuestra función) pero nunca acercarnos al nivel de conocimientos técnicos de los "nativos" o "inmigrantes digitales", ya que ellos progresarán siempre más deprisa que nosotros. Tenemos ese partido perdido de antemano.
Dejando de lado el aspecto de la digitalización de nuestro ambiente educativo, me gustaría hacer una enumeración y análisis - quizá un poco reduccionista - de los actores de esta función; a saber, la institución, los profesores, y los clientes ... digo alumnos; lo que no sabría decir es el peso que debería soportar cada actor en este cambio radical que hace tanta falta.
Empezando por los alumnos, hay que decir que es evidente que han cambiado; ahora tiene otras competencias, pero ¿son mejores? Para mi, el cambio principal nos llega ya dado desde las familias y el colegio; los padres hemos tratado en estos últimos tiempos de evitar sobresaltos a nuestros hijos (o a nosotros mismos); no hemos permitido que sufran ningún revés importante, no les hemos hecho luchar por nada de lo que tienen, y para colmo, les permitimos unos comportamientos que lindan con la anarquía y la falta total de respeto. Si esto ya es malo, lo empeoramos trasladando a los colegios la responsabilidad de su educación, eso sí, sin darle atribuciones (¡Quien es usted para regañar a mi hijo! o ¡Mi hijo se merecía una nota mucho mejor!)
¿En que se traduce todo esto? Que en términos generales, los alumnos/clientes llegan a la universidad con poco afán de aprendizaje, salvo que el tema les resulte atractivo y cómodo, nula capacidad de sufrimiento, altas dosis de mala educación y un espíritu reivindicativo digno del sindicalismo más rancio.
La institución - la UEM en mi caso - es un actor fundamental y se ve que está haciendo un esfuerzo importante de adaptación, pero sin tener en cuenta las "actitudes" de estos nuevos clientes que les llegan en la actualidad; los jóvenes de ahora tienen un descomunal potencial, pero son muy avispados y tienden a la ley del mínimo esfuerzo (quizá no conocen otra); como ya cité en mi blog, se da excesiva importancia a las encuestas de satisfacción del alumno/cliente y de valoración sobre los profesores, como si esto fuese El Corte Inglés y el cliente siempre tuviese la razón; los alumnos pueden "chantajear" a los profesores de forma implícita - o incluso explícita - con estas valoraciones.
En la docencia NO pueden primar "abrumadoramente" el marketing y las ventas sobre los valores de conocimiento, educación y respeto.
He dejado para el final a los docentes por aquello de que ya casi me considero integrado en el grupo; casi todos los que he tenido este año eran muy buenos - y pocos buenos o regulares - pero aún así, me han transmitido una sensación de resignación ante las circunstancias; es verdad que la institución a veces no le respalda como debiera, pero no podemos dejarnos vencer por el desánimo.
Una vez oí una cita de Chesterton (reconozco que he usado Internet para citarla sin errores) "La Mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta"
Tenemos delante de nosotros a unos alumnos con unos conocimientos tecnológicos que asustan (ya sean "nativos digitales" o "inmigrantes") y un potencial enorme, pero que llegan huérfanos de referencias, principios claros y criterio para manejarse en este mundo tan cambiante e incierto.
¡Seamos su guía y no dejemos que la mediocridad se instale en la relación con nuestros alumnos, por muy difícil que ésta sea!
Me viene a la cabeza un símil marinero para ilustrar mi idea de cómo debe ser la profesión de docente; hay barcos antiguos como galeones, lanchas rápidas de última tecnología o incluso hidroaviones que son una mezcla de barco y avión, pero todos siguen necesitando un faro que los guíe; es verdad que los faros han cambiado, y de los que usaban lámparas de aceite se ha pasado a los eléctricos o incluso a los radiofaros, pero siempre han mantenido su función de guía; no podemos pretender enseñar a los patrones de esas lanchas rápidas de última tecnología, a usar el sextante para orientarse porque el GPS ya lleva muchos años instalados en sus vidas; por muy bueno y voluntarioso que sea el profesor, nadie le comprará su mercancía.
¡Centrémonos en los principios básicos y los criterios de análisis y no en los conocimientos!
¡Limitémonos a ser ese faro que guíe a los alumnos y que permita recuperar su rumbo a los que lo pierdan y aprender lo que necesiten en cada momento de su vida!
Saludos,
Ya sé que lo he prometido muchas veces, pero volveré a abreviar mis entradas.
Hasta pronto,
gran frase final, me encanta.
ResponderEliminarJusto has ido a elegir la más "sesuda" y ladrillo de todas, pero me gusta que te haya encantado la frase final.
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